E. Permanencias
Casi todo lo que consideramos importante respecto de las personas que amamos, de la manera en que hacemos nuestro trabajo y de cómo nos vemos a nosotros mismos se expresa a través de nuestra relación con objetos materiales. En Inglaterra y muchas sociedades occidentales, la gente no está muy dispuesta a hablar de sus sentimientos abierta y explícitamente. Le da vergüenza.
“Si uno mira las horas que pasa una madre buscando exactamente las cosas que sus chicos necesitan para estar a la par de sus compañeritos en la escuela, desde los botones de la ropa hasta las galletitas que llevan al recreo, está, claramente, demostrando su amor por ellos. Yo lo llamo la tecnología del amor, porque es así como funciona, expresándose muchas veces más a través de estos detalles materiales que a través de lo que la gente dice. Ahora, si consideramos la familia y las relaciones como base de la sociedad, no podemos considerar la cultura material como superficial.” (Daniel Miller 2007)
Se dice que las ideas se materializan en los objetos; que nuestros pensamientos son momentos vividos o que vamos a vivir; que nuestras acciones van ligadas a nuestras emociones e ideas. La mediología, representada con su máximo exponente: Regis Debray, se basa en la transmisión de cargas culturales históricas que influyen en el comportamiento actual de las sociedades, es decir, cómo lo técnico influye en lo social. Ahora bien, para poder entender la mediología, es necesario desprenderse de cualquier imaginario individual y colectivo con un sentido social, y más precisamente, comunicacional porque, como se trata de desglosar toda una gama de vivencias históricas, cualquier hecho es posible e influenciable.
Los objetos más que comunicar: Transmiten
La mediología de los objetos se interesa por lo que el hombre transmitea través de ellos. Comunicar es transportar una información dentro del espacio, en el interior de una misma esfera espaciotemporal, y transmitir es trasportar una información dentro del tiempo entre esferas espaciotemporales diferentes.
“Para transmitir antes hay que comunicar”
Alumna: Vivian Tole Cuervo 200802
Lo propio del hombre
Somos la única especie animal susceptible de transmitir, para que lo que vivimos, creemos o pensamos no muera con nosotros, esta es la diferencia que existe entre la historia natural y la nuestra. No transmitimos sino lo que hemos logrado conservar. El humano de paso ha podido edificar una cultura, por la que se entiende la suma de adquisiciones acumuladas y transmitidas por generaciones.
Prioridad al objeto
Los primeros ritos funerarios y toda la serie de prácticas que de ahí se derivan son testimonio de un específico y tenaz deseo de durar. “En los inicios de la aventura simbólica estaba el megalito más no la escritura”.
Dentro de las costumbres funerarias del Antiguo Egipto, los antiguos egipcios seguían una elaborada serie de “rituales de enterramiento” que consideraban necesarios para asegurarse la inmortalidad tras la muerte. Estos ritos y protocolos incluían la momificación, la pronunciación de hechizos mágicos y la inclusión de objetos muy específicos en las tumbas, que se pensaba que serían necesarios en la otra vida.
Las costumbres mortuorias utilizadas por los antiguos egipcios evolucionaron a lo largo de los años, descartándose las más antiguas y adquiriendo algunas nuevas, pero la mayoría de los elementos importantes del proceso persistieron. Aunque los detalles específicos cambiaron con el tiempo, la preparación del cuerpo, los rituales mágicos empleados y los objetos depositados en las tumbas eran las partes esenciales de un funeral egipcio apropiado.
Desde los tiempos más remotos de la historia egipcia, cada egipcio se ha enterrado con al menos un pequeño ajuar funerario, un conjunto de objetos que pensaban que les serían necesarios tras la muerte. Este ajuar consistía, como mínimo, en una serie de objetos cotidianos como tazas o peines, entre otros utensilios, además de comida. Los egipcios más adinerados se enterraban con joyería, muebles, y otros artículos de lujo, los cuales atraían a los ladrones de tumbas.
A medida que las tradiciones funerarias se desarrollaban en el Antiguo Imperio, los ciudadanos más acaudalados eran enterrados en ataúdes de madera, acompañados por una mayor variedad de artículos de lujo. Al comienzo del Primer Periodo Intermedio, las figuras de madera se convirtieron en objetos funerarios muy populares. Estas figuras normalmente representaban actividades cotidianas que el fallecido esperaba continuar haciendo en la otra vida. Además, el ataúd de forma rectangular se convirtió en el estándar, siendo adornado con birllantes pinturas e incluyendo con frecuencia algunas ofrendas.
Una muestra de estatuas Ushebti (Los que responden)
En el Imperio Nuevo, se empezaron a incluir en las tumbas pequeñas estatuas Ushebti, que los egipcios pensaban que trabajarían para ellos en la otra vida. En los últimos enterramientos, la cantidad estatuas ushebti aumentó; en algunas tumbas se han encontrado más de cuatrocientas estatuas. Además de los ushabti, se podía añadir a las tumbas muchos tipos de figuritas mágicas para proteger a los muertos de cualquier tipo de daño. Aunque los tipos de objetos funerarios fueron cambiando a lo largo de la historia del Antiguo Egipto, su función de proteger a los muertos y servirles como sustento en la otra vida permaneció como un propósito común.
Bibliografía:
CASTEL, Elisa. Gran Diccionario de Mitología Egipcia, Ed. Aldebarán. Madrid.
HUGO, Víctor Maríe. 2007. Notre-Dame de Paris. Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
VALERY, Paul. 2007. Histories brisees. Cuadernos 1894 – 1945 Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores.